viernes, 30 de noviembre de 2007

Cumpleaños Feliz...

Tal día como hoy, hace algunos años ya, vine al mundo.

O mejor dicho me trajeron a juzgar por lo que costó salir.

Desde entonces, por estas fechas es mi cumpleaños.

Y hoy mientras me mecía en una hamaca como un arco iris,

He sido consciente de que no cumplo solo años…

Cumplo días, minutos y segundos de esta vida que ahora tengo.


Cumplo con los horarios y las citas previstas, e incluso con las imprevistas.

También con lo estipulado.

Cumplo obligaciones, quehaceres impuestos o sobrevenidos;

Impuestos por mil motivos, unas veces agrios, y otras menos;

Pero siempre sujetos por una lazo un tanto moral.

Cumplo las promesas que en algún momento creí

Lo suficientemente importantes para prometerme hacerlo,

Aunque luego resulten vacuas y vacías…


Por eso hoy, mientras veía el mar mecerse como un borracho

Tambaleándose aquí y allí, he decidido algo;

Que en vez de cumplir años, promesas, obligaciones y citas,

Voy a cumplir mis deseos.

martes, 27 de noviembre de 2007

Las cuatro estaciones

Invierno


Mi alma resuena con los ecos de un mundo perdido.

Como un bosque cuajado de nieve donde reverbera cada eco.

Mínimos sonidos que parecen hundir los altos árboles casi congelados de los que cuelga el tiempo detenido en sus ramas.

La nieve cae desde las copas benditas en demasía por la mano blanca y helada.

Arroyos frenéticos interpretan una danza gélida plagada de cabriolas por chocar contra las rocas,

Formando remolinos de ensueño.

En algún remoto lugar, un reloj tañe las seis.

Del decimotercer día del primer año pez.



Primavera


Busco el equilibrio.

Un punto en algún lugar entre el sauce y la prímula.

Debería ser capaz de avanzar, pero no corriendo,

Si no con paso solemne y ligero

Deslizarme por campos de almendros en flor brillando al sol

Envuelta en un halo de polen y pétalos sin mácula.

Y me veo capaz de vencer al viento,

De pie, aguantando su envite,

Con el alma flotando hecha jirones entre los verdes trigales.



Verano



Pasarán los días, y ese viento

Recorrerá ardoroso los anchos trigales

Meciendo las altas espigas ya cuajadas de trigo

Que a su paso se inclinarán vehementemente,

En una profunda reverencia a Eolo;

El que trae la lluvia y luego el sol.

Las cigarras cantan su eterna canción del estío,

Mientras el calor produce ingrávidos espejismos

En la lejanía del horizonte…

Se difuminan los campos dorados como miel.

Y solo en el frescor de los muros encalados,

El alma halla el frescor bendito.


Cae la tarde y la brisa respira aliviada.

La vida hasta ahora aletargada comienza a bullir.

Los murciélagos se cuelgan del cielo estrellado.

Y una paz serena y calida inunda la noche.



Otoño


El viento que antes fue otro, se eleva en remolinos,

Columnas de hojas muertas, suspiros de árboles agónicos

Que se aprestan a dormir su sueño neutro.

Senderos como cauces de hojas secas que corren presurosas

Hacia el claro del parque donde se yergue la figura

De piedra inerte que se vanagloria de tiempos pasados,

Y a sus pies, como a los míos se enredan estorbando el paso,

Como palabras no dichas.

Nubes de plomo se ciernen sobre mi cabeza,

Y derraman lágrimas dulces que corren al caer a la tierra húmeda

A esconderse junto a los lombrices que pueblan los suelos encharcados.

Entre ese lecho pastoso de hojas caídas,

Las esporas cantan su canción otoñal.

Mientras , cada gota que cae, es un tesoro para ese campo ávido de frescor.